La Academia de la Lengua, tal Real,
es un parque temático de pollos
que suelen cacarear sesudos rollos
en pos de causar pasmo al personal.
Y no deja de ser sensacional
que siendo, como digo, unos pimpollos,
se vistan de pingüinos o repollos
al recibir el santo y la señal
que los convierte en doctos académicos.
Yo tengo para mi que esos señores
con mucha tripa para ser anémicos
tiénense, oiga, por Cámara de Lores
que imponen a los poetas, tan famélicos,
dieta diaria de versos con honores.
(C) B. Llamero
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